Contador




Quotidie apud vos eram in templo docens et non me tenuistis. (1) TR: Todos los días estuve junto a vosotros enseñando en el templo y no me detuvisteis





AZUL ULTRAMAR


No sé muy bien quién, ha dicho que de los muchos hermanos que somos, Óscar es el segundo menos trabajador, después de no sé cual. Ahora resulta que Oscarcito tiene un bonito segundo puesto en el rankin de los vagos ¿y maleantes?. De esta mala valoración hacia Óscar, no teníamos ni idea vamos, pero ni noción. ¡Si se fue de casa con 21 años y nunca ha tenido que pedir nada, ni le ha dado sablazos a nadie! Y además ¿quién puede saber lo que trabaja o deja de trabajar, si no se comunican con él más que para decir hola y adiós? Óscar, como era de esperar estaba disgustado y me ha contado todo cuanto bramaron contra él como quien no quiere la cosa: que si todos tus hermanos van por delante de ti, que si estás majareta, o mejor dicho: de psiquiatra. Creo que ésta, -estar de psiquiatra- es la auténtica descalificación personal en nuestra cultura, es como una enmienda a la totalidad, es como decirte: habla chucho, que no te escucho, total, para qué van a escuchar a un pobre loco, si nunca va a tener la razón, porque la locura, como todo el mundo sabe es la sinrazón. El bueno de Óscar no ha tenido más remedio que dar su brazo a torcer y aparecer en la casa paterna con la cabeza bien alta y la moral un tanto descafeinada, pero los padres tiran mucho ¿Por qué será? y además están ya cansados y no pueden aguantar broncas. ¡Ánimo, Óscar! Según parece, estaba el muy perezoso trabajando mucho, cuando de pronto se acordó de su madre que se había quejado de lo poco que los visitaba, y se dijo: ¿por qué no hago una escapadita y les compro alguna chuchería y luego voy a visitarlos? Y se fue sin ser visto o quizá habiendo sido visto y fichado por la portera chismorrera. Como Óscar nunca se había escaqueado, pensó que no iban a ser muy crueles con él. Já, qué iluso. Óscar nunca se libra. que si estás majareta, o mejor dicho: de psiquiatra. Creo que ésta, -estar de psiquiatra- es la auténtica descalificación personal en nuestra cultura, es como una enmienda a la totalidad, es como decirte: habla chucho, que no te escucho, total, para qué van a escuchar a un pobre loco, si nunca va a tener la razón, porque la locura, como todo el mundo sabe es la sinrazón. Según parece, estaba el muy perezoso trabajando mucho, cuando de pronto se acordó de su madre que se había quejado de lo poco que los visitaba, y se dijo: ¿por qué no hago una escapadita y les compro alguna chuchería y luego voy a visitarlos? Y se fue sin ser visto o quizá habiendo sido visto y fichado por la conserje chivata. ¡Qué más da! Una madre es lo primero y un padre, lo segundo, aunque te fastidien sin darse cuenta. Cogió el coche, lo sacó de su plaza y dio un par de vueltas por el barrio para ver si encontraba unos chinos y como no los veía, se metió por dirección prohibida en aquellas calles, famosas por la vigilancia policial de tráfico que consigue multas al pormayor. No contento con su hazaña, se subió a una acera para aparcar de primera: contra corriente y tapando el paso a los peatones, ganándose por ello una mirada reprobatoria de un comerciante que no se creía lo que estaba viendo. Pero Óscar, poniendo cara de niño bueno, lejos de darse por aludido, le preguntó: - Oiga usted, ¿sabe por dónde hay unos chinos? El comerciante pasmado, le dio unas indicaciones y Óscar salió corriendo al tiempo que el de la tienda, cerraba por si acaso. Óscar buscaba algo bonito de cerámica para su madre, pero esa tienda no era ni mucho menos lo que él quería, porque según mi hermano, hay chinos que son una pasada y otros no tanto y luego están los bazares que intentan, sin conseguirlo, imitar a los primeros, a los auténticos y el mérito es que Óscar sabe todo esto habiendo visitado este tipo de tiendas no más de veinte veces en su vida, que tampoco es tanto. Se le hizo tarde a Óscar buscando entre todos aquellos objetos sin sentido y salió a la calle. Allí dio varias vueltas sobre sí mismo hasta comprender que estaba del todo perdido. Súbitamente escuchó una voz familiar que le preguntaba: -¿estás mareado? -Uy no qué va, estoy buscando mi coche, que lo tengo un poquito mal aparcado y no sé dónde. La discípula de mi hermano le pidió alguna pista para poderle ayudar: -Ah sí, mujer,había una tienda donde vendían esas copas o copones que les dan luego a los deportistas, ¿Sabes lo que te digo? -Bueno... No sé, pero vamos por aquí, dijo Rosarito sabiendo perfectamente hacia dónde iban. Llegaron enseguida y Óscar se admiró de lo mucho que cantaba el coche amarillo chillón malaparcado en el sitio aquél -Mira, profe, ahí está la tienda de trofeos (y dijo la palabra en voz alta para que Óscar la aprendiera de una vez). - ¡Ay claro!, eso es lo que yo quería decir, buf, qué cabeza. -Anda, que te llega a ver la poli y te mete un paquete que hasta de muerto te ibas a seguir acordando. Y digo yo que para qué has sacado el coche de tu plaza con lo bien que lo tenías ahí. Lo -Bueno Rosarito, si no es por tí... Y Óscar el pasado de rosca arrancó el coche dirigiéndose a casa, porque había perdido todo el tiempo que se había tomado gratis por primera o segunda vez en su vida y ya era muy tarde. Por el camino mi hermano se iba preguntando cuál de los dos era el verdadero límite, si su avispada alumna borderline o el pedagogo educador demasiado despistado y un poquito transgresor, o sea, él mismo. El día siguiente, Óscar regaló a padre cuatro figurillas de Belén, representando otros tantos trabajadores: -Toma papá en premio a tu amor al trabajo. Pero lo dijo de buena fe y sin retintín, lo dijo en serio, como sólo los Pérez sabemos ponernos: a veces, demasiado serios. A madre le dio una botella de cristal azul ultramar y también muchas caricias. Ella dijo muy bajito: -Son de los chinos, ¿verdad? -Bueno, sí, pero de los buenos. Durante unos días los pusieron a la vista, pero luego desaparecieron y no hemos vuelto a ver el jarro azul ultramar ni las figuritas de los que trabajaban en Belén hace más de 2000 años.


FERINA CERILLA. SIGLO XXI